La Anciana


He dejado tu mensaje en una cucharada de miel para tu té de la mañana y me he preguntado si lo notarías. También he encendido la calefacción. Tengo los huesos fríos, la sangre poco densa y recojo en mí misma lo que es mío. Estoy recogiendo lo que ha quedado por plantar; lo recojo todo. Reúno a mis animales en cálidas cuevas y conduzco a mis pájaros hacia el sur del invierno. Acuesto a mis osos para que duerman hasta la primavera y cambio el abrigo de los lomos de mis gatos, grandes y pequeños. Mis perros me guían; aúllan cuando se acerca algún peligro. Mis fieles sabuesos, lobos y zorros son fantásticos cantores de la noche, entonan las serenatas de la anciana. Dije sí a la vida y ahora estoy diciendo sí a la muerte. Soy la primera de la cola para ir al otro lado. Mis conocimientos sobre las plantas, la vida y el amor, a ti te los transmito. ¿Los tienes? Los he colocado en tus genes, en tus recuerdos raciales y en tus sueños. Son buenos lugares para almacenar la sabiduría, donde se conserva como en botes de dulce mermelada.Me complacería que utilizaras esta sabiduría. Yo misma la recibí también de este modo. Sus funciones fortalecerá mis hijas y mis hijos. ¿Para qué? Para que trasforméis vuestras realidades, para que os aferréis a la felicidad, para que permanezcáis unidos, bailéis disfrutéis en el ciclo del renacimiento. Si no has apreciado tu vida, la carga de la libertad, la tarea de mantener el cuerpo y el alma juntos, tu muerte será tan mal recibida como lo ha sido tu vida. La muerte no es descansar, es trabajar duro. Debes pasar al otro lado, ¿sabes dónde está? No hay autopistas, no hay mapas, ¡estás a solas!Cuento con tu amor a la vida para ayudarte a encontrar la vida que sigue a ésta. Yo estoy aquí para guiarte. Sí, soy la anciana. Te esperaré en las encrucijadas. Me reconocerás instintivamente y me darás la bienvenida. Te guiaré hacia la luz una vez más porque has sido un buen hijo o hija. Te recompensaré con una profunda paz y la reencarnación, si así lo deseas. Sigue tu camino... hasta que volvamos a encontrarnos.

Zsuzsanna E. Budapest: "Cada día es una fiesta”

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