J.R Ward y Vishious


Hoy es una entrada diferente, nada de criticas o estados de animo, ni música ni vídeos. Hace ya un tiempo una de mis mejores amigas me recomendó una saga de libros sobre vampiros. Al principio no la hice mucho caso todo hay que decirlo, pues estaba empezando la moda de crepúsculo y no soy de seguir las modas (aun que me los ley todo sea dicho y me encantaron) y pensé buenoo, como ahora esta saliendo toda novela, película y demás sobre vampiros seguro que esta es otra patraña de esas que no tienen ni pies ni cabeza, y que son un tostón imitadores crepusculianos. Tras leerme la saga de los cuatro libros de Meyer, decidí, bueno no decidí, empecé a leerlos para que ya dejara de darme la brasa. Es una saga de libros "La hermandad de la Daga negra". Un grupo de vampiros que lucha para proteger a su raza contra los malos. Nada interesante vamos, pero y si digo que, los vampiros son tíos altos de mas de dos metros, musculosos, no beben sangre humana ya que se alimentan de sus hembras, son una raza aparte y tienen un apetito sexual descomunal? La cosa va cambiando... Pues eso fue lo que me paso a mi, que la cosa fue cambiando, a medida que iba leyendo el primer libro mas quería saber y sobre todo cuando llegan a las escenas subiditas de tono, pero no me refiero a relatos eróticos porno chabacanos. La autora es J.R Ward y hasta el momento tiene escritos 7º y terminando (si no lo termino ya el 8º. Cada libro trata de un miembro de la hermandad, pero a la vez continua la historia en todos los libros y se van enlazando. Guerra, sexo y la fantasía desbordante de la autora.

Pongo una de las escenas que tiene uno de los personajes Vishious con Jane, y que a mi particularmente me encanta, vamos que te entran ganas de ir al baño a menudo si te vas a encontrar con un vampiro así...


"Enfrentada con una falta total de alternativas, fue al cuarto de baño. Mientras caminaba entre la ducha y el lavabo, se sintió como un caballo en un establo...
Sin ninguna advertencia, fue derribada desde atrás, empujada de cabeza contra la pared y sostenida así por un cuerpo duro como una roca, que la doblaba en tamaño. Su grito sofocado fue primero de sorpresa, después de sexo, cuando sintió a V frotarse contra su culo.
-Intenté decir que no -rugió mientras enterraba la mano en su cabello y lo aferraba, tirándole la cabeza hacia atrás. Mientras lanzaba un grito, se humedeció entre las piernas-. Intenté ser decente.
-Oh... Dios....
-Rezar no te va a ayudar. Demasiado tarde para eso, Jane. -Había pesar en su voz... y también algo inevitable y erótico-. Te di la oportunidad de tenerlo a tu manera. Ahora lo haremos a la mía.
Deseaba esto. Lo deseaba a él.
-Por favor...
-Shh. -Con un giro de la muñeca, le inclinó la cabeza a un lado, descubriéndole la garganta-. Cuando quiera que supliques, te lo diré. -Su lengua se sentía cálida y húmeda al recorrerle el cuello-. Ahora pregúntame lo que te voy a hacer.
Abrió la boca, pero sólo pudo jadear.
Vishous le agarró el cabello con más fuerza.
-Pregúntame. Di: "¿Qué me vas a hacer?"
Ella tragó.
-¿Qué... qué me vas a hacer?
La giró hacia un lado, en todo momento presionando las caderas contra su culo.
-¿Ves ese lavabo, Jane?
-Sí... -Joder, iba a tener un orgasmo...
-Voy a inclinarte sobre ese lavabo y te vas a agarrar a los laterales. Después te voy a quitar los pantalones.
Oh, Jesús...
-Pregúntame qué viene después, Jane. -Volvió a lamer su garganta, y luego presionó lo que ella reconoció como un colmillo contra el lóbulo de su oreja. Hubo una deliciosa punzada de dolor, seguida de otra ráfaga de calor entre las piernas.
-¿Qué hay... después? -susurró.
-Me voy a poner de rodillas. -Bajó la cabeza y le mordisqueó la clavícula-. Dime ahora: "Y luego qué, V."
Casi sollozó, tan excitada que le empezaron a fallar las piernas.
-¿Y luego qué?
Él le tiró del cabello.
-Te olvidaste de la última parte.
¿Cuál era la última parte... cuál era la última...?
-V.
-No, ahora empieza de nuevo. Desde el principio. -Empujó su erección contra ella, una rígida dureza que claramente quería estar en su interior ahora-. Empieza de nuevo, y esta vez hazlo bien.
De ninguna parte, un orgasmo comenzó a recorrerla, el impulso arrastrado por su voz ronca sobre ella...
-Oh, no, no lo tendrás. -Se apartó de su cuerpo-. No te correrás ahora. Cuando te diga que puedes, lo harás. No antes.
Desorientada y dolorida, se quedó floja cuando la necesidad de alcanzar la liberación se alejó.
-Ahora di las palabras que quiero escuchar.
¿Cuáles eran?
-¿Y luego qué... V?
-Me voy a poner de rodillas, pasaré las manos por la parte interior de tus muslos, y te abriré para mi lengua.
El orgasmo le volvió como una oleada, haciendo que le temblaran las piernas.
-No -dijo con un gruñido-. Ahora no. Y sólo cuando yo diga.
La colocó en el lavabo e hizo exactamente lo que había dicho que haría. Se inclinó, le puso las manos en cada lado del lavabo, y le ordenó:
-Sujétate.
Ella apretó las manos con fuerza.
Usó ambas palmas en ella, recorriéndole la piel bajo la camisa, acunándole los pechos. Después estuvieron en su estómago y le rodearon las caderas.
Le bajó los pantalones con un brusco tirón.
-Oh... joder. Esto es lo que quiero. -Su mano cubierta de cuero le apretó el culo y lo masajeó-. Levanta esta pierna.
Lo hizo y los pantalones de yoga desaparecieron de su pie. Le separó los muslos y... sí, sus manos, una con guante, la otra no, empezaron a subir. Su centro estaba caliente y necesitado mientras se sentía descubierta ante él.
-Jane -susurró de forma reverente.
No hubo preludio, ni suavidad en lo que hizo. Fue su boca. El centro de ella. Dos pares de labios encontrándose. Los dedos de él se clavaron en sus nalgas y la mantuvieron quieta mientras trabajaba, y ella perdió totalmente la noción de lo que era su lengua, o su perilla, o su boca. Se sintió penetrada entre lentos lengüetazos, escuchó los sonidos de carne contra carne, supo el dominio que tenía sobre ella.
-Córrete para mi -le exigió contra su centro-. Ahora mismo.
El orgasmo llegó en una devastadora explosión que la hizo sacudirse contra el lavabo hasta que una de las manos se le escurrió. No se cayó sólo porque el brazo de V salió disparado y le dio algo a lo que agarrarse.
La boca de él la soltó, y le besó ambas nalgas. Después le deslizó la palma por la columna mientras ella se dejaba caer contra sus brazos.
-Ahora voy a entrar dentro de ti.
El sonido de su pijama siendo bajado de un tirón fue más ruidoso que su propia respiración, y el primer roce de la erección contra la parte superior de sus caderas casi la volvió loca otra vez.
-Deseo esto -dijo con voz gutural-. Dios... deseo esto.
Entró en ella con un duro empuje que llevó sus caderas contra el trasero femenino, y aunque Jane era la que absorbía el tremendo contorno de Vishous, fue él el que gritó. Sin ninguna pausa, empezó a bombear en ella, apoyándose en la cintura de la mujer, moviéndola hacia delante y atrás para que siguiera sus empujes. Con la boca abierta, los ojos abiertos, y los oídos saboreando los deliciosos sonidos del sexo, Jane se sujetó contra el lavabo y otro orgasmo la invadió. Mientras se volvía a correr, el cabello le caía sobre el rostro, su cabeza se sacudía, sus cuerpos golpeaban uno contra el otro.
Era algo que nunca había conocido. Era sexo a la millonésima potencia.
Y entonces sintió que su palma enguantada le agarraba el hombro. Mientras la enderezaba, continuaba penetrándola, dentro y fuera, dentro y fuera. La mano de Vishous se movió hacia su garganta, se colocó en su barbilla, y le inclinó la cabeza hacia atrás.
-Mía -gruñó, bombeando dentro de ella.
Y entonces la mordió.

V rasgó la piel de Jane con los colmillos, penetrando en su garganta, pinchando su vena, aferrándose a ella con los labios. Como era humana, la oleada de poder al beber no provenía de la composición de su sangre, sino del hecho de que era ella. Su sabor era lo que había buscado. Su sabor... y el consumo de una parte de ella.
Cuando gritó, supo que no era de dolor. Su cuerpo estaba borracho debido a la excitación, y ese aroma se hizo aún más fuerte cuando tomó lo que quería de ella, tomaba su sexo con el miembro, tomaba su sangre con la boca.
-Córrete conmigo -dijo con voz ronca, liberando su garganta y dejándola apoyada contra el lavabo otra vez-. Córrete... conmigo.
-Oh, Dios...
V se apretó contra sus caderas mientras se corría, y ella saltó el borde con él, su cuerpo succionando su erección justo igual que como él lo había hecho en su cuello. El intercambio se sentía justo y satisfactorio; ella estaba ahora en él, y él en ella. Era correcto. Era bueno.
Mia.
Después que terminó, ambos respiraban con dificultad.
-¿Estás bien? -preguntó con un suspiro, muy consciente de que esa pregunta nunca antes había salido de su boca después del sexo.
Cuando no respondió, se apartó un poco de ella. En su pálida piel podía ver las marcas que había dejado en ella, rojas por su trato rudo. Casi todas con las que se había acostado alguna vez habían acabado con ellas, porque le gustaba rudo, lo necesitaba rudo. Y nunca se había preocupado por lo que dejaba detrás en el cuerpo de las otras personas.
Las marcas le molestaban ahora. Le molestaban incluso más mientras se limpiaba la boca con la mano y salía con una mancha de su sangre.
Oh, Jesús... la había usado muy violentamente. Había sido demasiado duro.
-Jane, lo sient...
-Asombroso. -Sacudió la cabeza, el montón de cabello rubio balanceándose contra sus mejillas-. Eso fue... asombroso.
-Estás segura que no te hice...
-Sencillamente asombroso. Aunque tengo miedo de abandonar este lavabo porque me caeré.
El alivio invadió su cabeza, como un zumbido borracho.
-No quería lastimarte.
-Me arrollaste... pero de la manera en que si tuviera una amiga intima la llamaría y sería como, "Oh, Dios mío, he tenido el sexo de mi vida".


-Amante liberado, J.R Ward-

1 Me susurraron:

buscando llegue a este blog, tu tambien eres fanatica de los hermanos? aqui tienes otra lectora mas.

Bz
Alexi

 

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